Esta es una de las preguntas más planteadas en la sociedad actual. “¿Lo qué me pasa es suficientemente grave para ir al psicólogo?”.
En terapia nos encontramos muchas situaciones en las que las personas han querido “aguantar” hasta que “no han podido más” para tomar finalmente la decisión de acudir a terapia psicológica. En estos casos, nos encontramos ante personas que se sienten desmotivadas y con presencia de una sintomatología fisiológica intensa. Es por ello que los psicólogos recomendamos no tener que esperar a la máxima saturación para acudir a terapia. En muchas ocasiones es mejor poder acudir como prevención antes de que los síntomas sean más intensos. No obstante, no siempre es fácil tomar la decisión de acudir al psicólogo ni es fácil detectar en qué momento dar el paso.
Desde la psicología considero que las preguntas claves serían: ¿Mi malestar está afectando a diferentes contextos de mi vida? ¿Cuánto tiempo tengo que esperar para encontrarme mejor ¿Cuáles son las situaciones o motivos de mi malestar? ¿Es algo que se pueda solucionar con las herramientas que tengo o necesito una visión externa? ¿Qué he intentado hacer para mejorar la situación? ¿Ha funcionado? En función de estas preguntas, podemos plantear que exista la necesidad de acudir a un profesional de la salud mental.
En muchas ocasiones también existe una fuerte discrepancia entre lo que se está haciendo y lo que se quiere hacer, es decir entre lo conductual y lo emocional. “Me encantaría descansar pero tengo que seguir trabajando” o “estoy triste pero no puedo evadir mis responsabilidades”, estos dos ejemplos en los que las personas siente un sufrimiento intenso por no ser congruentes con sus emociones, siendo complicado plantear posibilidades de mejorar.
Por otro lado, los siguientes síntomas pueden ser cruciales para tomar la decisión de acudir a terapia:
- Problemas con la conciliación del sueño.
- Pensamientos obsesivos y recurrentes ante la preocupación presente.
- Estado de ánimo alterado y que se mantiene en el tiempo.
- Síntomas físicos (dolores de cabeza, estómago, etc.) que no tienen afección médica.
- Disminución considerable de las actividades placenteras.
- Cambios de humor repentinos.
- Pensamientos anticipados ante la incertidumbre del futuro.
- Presentar adicciones.
- La manifestación de preocupación por parte de gente cercana.
Si observas algunas de estás cuestiones en tu día a día no dudes en pedir cita con un psicoterapeuta que te pueda dar una visión más amplia de lo que está sucediendo. Puedes pedir cita con nuestro equipo de psicólogas desde aquí. Funcionamos de manera 100% online.