¿Cómo gestionar los celos?

A día de hoy observo mucho estigma ante la emoción de los celos. Por ello, considero importante desmentir algunos mitos que están alrededor de ello. Los celos son una emoción totalmente válida que lo que pretende es avisarnos de algunas cuestiones que nos puedan preocupar. Es una emoción compleja que puede proceder tanto del miedo como de la rabia, cada uno puede sentirlo de manera totalmente diferente. Aparece en situaciones en las que se siente un peligro ante lo que pueda ocurrir en tu vínculo o relación con alguien. No tiene nada que ver con la emoción de amor, así como se considera en el mito romántico, pero tampoco se puede considerar a los celos como algo “tóxico”. Los celos, como cualquier otra emoción tiene su función, nos avisa de algo que no nos gusta. Realmente la importancia reside en cómo gestionarla y aprender a regularla para que no nos conlleve un sufrimiento o haga actuar de tal forma que perjudique en nuestras relaciones. Es relevante entender que los celos no tienen que conllevar ni justifican ningún comportamiento de posesión. La comunicación, la sinceridad y la comprensión son 3 pilares fundamentales en todo tipo de relación que nos van a permitir gestionar mejor los celos. ¿Qué otras opciones hay para sentir que los celos no se apodera de nosotros?

1. Lo primero de todo es la aceptación de la emoción que estás sintiendo, reconocerla, identificarla, etiquetarla, valorar de donde puede proceder y cuál es el miedo latente que está detrás de ella, es el primer paso para poder validarnos emocionalmente a nosotros mismos y de esta manera reconocer como podemos regularla.

2. El miedo al abandono, la desconfianza, la inseguridad de uno mismo o la baja autoestima son factores que pueden detonar en la emoción de celos. Entender que en ocasiones los celos vienen más por nuestras circunstancias de vida, experiencias, etc., nos hará comprender y valorar con objetividad que en la mayoría de ocasiones no tienen tanto que ver con la otra persona, ni hay hechos objetivos que nos evoquen esa sensación, y, por lo tanto, nos permitirá sanar desde la necesidad real, poniendo el foco más en nosotros mismos y nuestras necesidades que en lo externo.

3. Las conductas de autocuidado, como realizar actividades que te agraden, reconforten y te permitan sentir prioridad hacia ti mismo, es el camino para abrazarte y mimarte cuando la herida está presente.

4. Evitar conductas que provoquen mayor inseguridad. Constantemente vemos en sesiones pacientes que han acabado tomando conductas como coger el móvil o meterse en las redes sociales de su pareja para “asegurarse de que todo está bien”. Esto solo provoca mayor inseguridad entrando en un círculo vicioso de desconfianza, donde realmente la persona busca “confirmación de que algo pasa” y la focalización desde ese punto conlleva que cualquier cosa sea válida para el enfado o la alteración. Cuando se valore invadir la privacidad de una persona, plantea una conducta totalmente alternativa, planteando un adecuado autocuidado, por ejemplo, llamar a una amiga o ir al cine.

5. Comunicación con la persona con la que estás teniendo esta emoción (pareja, amigos o familia), comunicarte de manera asertiva expresando lo que ocurre y sin echar culpas es fundamental para que se fortalezcan los lazos de unión, podréis conectar y llegar a puntos intermedios que también favorezcan a la seguridad.

Psicóloga sanitaria.

Escrito por: Beatriz Latorre

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